Mundo
Son hermanos y se enamoraron: tienen dos hijos y luchan para que les permitan casarse
Ana y Daniel Parra son hijos del mismo padre. Quisieron tener una relación de hermanos “pero era forzado”
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Enfoque Now
“Todo empezó cuando yo era muy pequeña”, arranca Ana Parra, como si estuviera por comenzar a contar un cuento. Sabe que su historia tiene ribetes que parecen de ficción -si incluso varias veces le han ofrecido hacer una película-, pero lo que está por contar es su historia de amor real: cómo, para empezar, ella y su hermano se enamoraron pese a todos los intentos que hicieron por enterrar lo que sentían.
“Mi madre estaba casada y quedó embarazada de mí. Pero cuando yo tenía unos pocos meses mi padre nos abandonó y creó otra familia”, cuenta ella -española, 34 años-, desde su país.
Nada era secreto para Ana. “Yo sabía que mi padre se había juntado con otra mujer y había tenido un hijo. Siempre supe que tenía un hermano. De hecho mi madre me decía: ‘Si algún día quieres conocerlo, me lo dices y ya’”
Ana se había criado con su mamá, el marido de ella -”que es el que me hizo de padre”- y con una hermana, la hija que su mamá había tenido luego con ese nuevo marido. Así que más que estar buscando desesperadamente a un hermano lo que sentía era curiosidad.
¿Quién era? ¿Cómo era ese hermano de quien no sabía ni el nombre, ni la edad?
En abril de 2006, Facebook le abrió la puerta que necesitaba. Ana tenía 20 años cuando en las redes encontró a su padre y a ese hijo que había tenido: se llamaba Daniel Parra, tenía 17 años. Como tenían el mismo apellido, tuvo miedo de asustarlo y lo agregó desde el perfil de otra persona.
“Yo quería ver quién era, cómo era su vida, dónde vivía. Y pasé varios días mirándolo”, sigue ella.
Un día Daniel escribió que había aprobado un examen para obtener el carnet de conducir. “Y yo me decidí a hablarle. Le puse ‘felicidades’, nada más. Mi miedo era que él no supiera de mi existencia, ‘a ver si voy a hablarle ahora y le desmorono todo su mundo’, ‘a ver si me rechaza’ o ‘a ver si piensa que busco algo más’”.
Daniel sólo le respondió “gracias” y Ana no logró contenerse: “¿Sabes quién soy?”, le preguntó. Él le dijo “no lo sé, pero lo imagino”, que mejor ella se lo dijera. Ana le devolvió tres palabras: “Soy tu hermana”.
El joven tenía 17 años, todavía vivía en la casa familiar. Sabía que su padre había tenido una hija de un matrimonio anterior y había una razón por la que no había tenido con ella una vida de hermanos. “Mi padre me había dicho que no se la dejaban ver y que por eso había perdido el contacto”, cuenta él, que ahora tiene 30. Como fuera, a los 17 no había sentido aún necesidad de salir a buscarla.
Pusieron fecha para encontrarse y conocerse y ahí se dieron cuenta de que siempre habían estado cerca, demasiado: los dos vivían en Santa Eulalia de Ronsana, un pueblo de Cataluña de 7.000 habitantes.
os días después de haber empezado a hablar “nos vimos, nos abrazamos y nos echamos a reír, era una situación rara”, recuerda él.
“Claro, hasta era cómica, éramos hermanos pero no nos conocíamos de nada”, dice ella. “Yo siempre he sido muy echadapalante, hablo mucho, me llevo bien con todo el mundo, soy muy abierta, ¿y si me encontraba con alguien que era todo lo contrario? ¿Y si le caía mal porque decía ‘esta tía como que arrasa mucho’?”.
Quedaron para comer y ninguno de los dos sintió incomodidad. “Así que fuimos entablando una relación, quizás un poco forzada por intentar conocernos”, sigue ella. Ana, que en ese entonces estaba en pareja, se mudó con ese novio muy cerca de donde vivía Daniel, su hermano.
“Y poco a poco nos fuimos acercando más”.
Al poco tiempo Ana se separó y se fue a vivir sola y en su nueva vida se abrió un espacio enorme. Empezó a compartir entonces más tiempo con Daniel, conoció a sus amigos, empezaron a salir de fiesta, a ir juntos a cenas, a conciertos.
“Yo salía de trabajar y me iba a cenar a su casa, veíamos una peli, se hacía un poco tarde y a lo mejor me quedaba a dormir”, cuenta Daniel. Ana vivía con lo justo así que él, que tenía un sueldo y vivía con el padre (de ambos) le hizo una propuesta: “Mira, ya que me paso aquí todos los días ¿qué te parece si me vengo contigo y pagamos los gastos a medias?”.
Se fueron a vivir juntos aunque muchos ya veían que la relación “de hermanos” tenía algo que no parecía “de hermanos”.
“Todo el mundo lo veía, nos decían ‘es que no es normal la relación que tienen. Nosotros nos enfadábamos, en plan ‘¿pero qué decís? Que no hay nada raro’. Pero todos insistían, ‘¿es que no lo ven?’”, se ríe ella. “Hasta que un día nos fuimos de fiesta y estábamos bailando, tomando algo y tal y Dani me dio un beso”.
Mientras sus amigos abrieron los ojos enormes y se miraron como diciendo “¿estás viendo lo que yo estoy viendo?”, Ana pensó “¿pero Dani, qué estás haciendo?”.
Daniel enseguida la tomó del brazo y la separó del grupo. “Y yo pensé ‘me va a decir se me ha ido la olla, ¿Qué he hecho?’, pero el caso es que volvió a besarme y pasamos toda la noche juntos”.
Daniel dice ahora que no lo había pensado, que no fue premeditado: su cuerpo había hablado por él.
El tabú
“Al día siguiente sí nos empezamos a comer un poco la cabeza: ¿qué hemos hecho?”, recuerda él.
“Es que por más que no tuviéramos sentimientos de hermanos la sociedad te impulsa a creer que está mal. Pero somos hermanos porque lo dice un papel, el sentimiento no es ese, si hubiese estado ese sentimiento de hermanos no hubiese pasado entre nosotros nada de esto”.
Ana entendió que acababan de “romper un tabú”. “Yo pensé ‘madre mía, ¿ahora qué? Vivíamos juntos. Pero todo lo incómodo que yo pensaba que iba a ser, no sucedió”.
Lo que hicieron, entonces, fue esforzarse para ponerle un freno: “Seguimos un poco la rutina de intentar que no sucediera nada entre nosotros, pero cada vez sucedía más a menudo”. Los dos eran solteros, todos notaban que habían dejado de tener relaciones con otras personas.
Lo que pasaba ya empezaba a correr de boca en boca, al menos en la mesa chica. “Y ahí fue la primera vez que intentamos no estar juntos”, cuenta ella.
“Él me lo decía: ‘Es que eres mi hermana, no puedo estar contigo’. Y a mí ahí como que me cambió un poco el chip. Pensé ‘no es que no quiere estar conmigo, no es que no me quiere: no está conmigo porque soy su hermana’, porque se supone que está mal”.
La primera separación no duró ni un día. “Lo hablamos por la mañana y por la noche estábamos en el sofá y dijimos ‘bueno, cada uno a su cama y al final volvimos a dormir juntos”. Siguieron pegados pero ocultándose durante tres o cuatro meses más.
“Pero no era la manera en que yo quería vivir. No quería estar toda la vida ocultándome”, dice Ana. “Pensaba ‘es que me voy a arrastrar así y me voy a ver con 40 años que he perdido toda mi vida ocultándome’. Y entonces ahí fue cuando le dije ‘mira: hasta aquí. Yo quiero tener una vida familiar, quiero tener proyectos de futuro, quiero salir a la calle de la mano de mi pareja, ir a cenar sin miedo”.
Se distanciaron pero duró, otra vez, muy poco. Daniel la llamó y le dijo que no quería estar lejos de ella y buscando la libertad que en el pueblo no tenían se fueron a visitar a unos amigos a Londres. Ahí por primera vez caminaron de la mano, cenaron afuera, hicieron vida de pareja.
Cuando volvieron a España, ya dispuestos a salir del closet, comenzaron a tener una relación de novios a la vista de todos.
Ana conoció a su padre, al que nunca en su vida había visto: “Mi padre decía que quería conocerme y a Dani lo presionaba para que nos presentaran”, contó ella en una entrevista con El Español. “Yo ya no necesitaba un padre, aún así lo conocí por darle una oportunidad y por quitarle a Dani un peso de encima”.
Llegaron las entrevistas de medios de todo el mundo, las propuestas de hacer la película desde Estados Unidos e Inglaterra, las ofertas para entrar a Gran Hermano. Ana y Daniel dieron algunas notas pero sus planes eran otros.
Fue por ahí que Ana quedó embarazada por primera vez.
Los hijos
Antes de decidir dejar de tomar anticonceptivos, habían ido a ver a varias ginecólogas reconocidas. Querían saber si por su lazo sanguíneo un bebé de ellos podría tener algún problema genético y les dijeron que “el riesgo de que nacieran con algún tipo de enfermedad recesiva (las que todos genéticamente portamos pero que necesitan de otra mitad para que se pueda transmitir) es de un 4% mayor que una pareja que no comparte genes”.
Ana quedó embarazada el primer mes de búsqueda: eran gemelas.
“Lo que pasó es que perdí a una, yo ya estaba casi de tres meses. Y ahí nos acojonamos en plan ‘madre mía, ¿qué está pasando?’. Contactamos con una genetista que me habían recomendado y nos transmitió calma: es verdad que había un pequeño porcentaje mayor de que los niños vinieran enfermos, pero era mínimo”.
Ana había perdido a una de las gemelas pero no por eso. “Nadie te asegura 100% que un bebé nazca sano, pero que en nuestro caso nuestros hijos no tenían chances de heredar enfermedades genéticas”, cuenta. Les explicaron que la pérdida pudo haber sucedido por algún coágulo de sangre, quizás producto de algún esfuerzo o por mala implantación.
Luego vino el segundo embarazo, el varón. Hoy sus hijos tienen 5 y 3 años y van a una colegio Montessori, donde acogen a todo tipo de familias. Entre tanto, el deseo de casarse quedó hilvanado por ahí, aunque trunco.
¿Pueden? No, porque el Código Civil de España prohíbe el matrimonio entre parientes directos.
Daniel señala lo que le parece absurdo: “Compartimos la libreta de familia. Yo estoy reconocido ahí como padre de mis hijos y ella como la madre. O sea, todo es legal excepto que no podemos ser pareja legalmente. Eso es algo que todavía no entendemos”.
Ana y Daniel llevan años viendo qué pasa afuera cada vez que cuentan su historia. Los religiosos que dicen ‘van a arder en el infierno’, los morbosos que alguna vez les han escrito para pedirles fotos eróticas y videos porno.
Pero a ellos más que las películas y todo el cotillón les interesa poder acceder al derecho a ser una pareja legal.
“No estamos promoviendo el incesto y nada de esas cosas que nos han dicho. No queremos hacer una reivindicación de eso, no es lo que hemos querido hacer nunca. Esta es solo nuestra vida”.
Enfoque Now es una plataforma digital dedicada a conectar e informar a la comunidad latina acerca de los acontecimientos que suceden a nivel local e internacional.

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Mundo
ICE arresta a 1.500 migrantes en su mayor operativo en la historia
Entre las personas arrestadas se encuentran criminales de la MS-13, el Tren de Aragua, los Trinitarios y la pandilla 18th Street
Publicado
15 horas atráson
3 de junio de 2025Por
Enfoque Now
El Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de los Estados Unidos (ICE) junto con sus socios federales llevó a cabo una operación de un mes de duración que resultó en la detención de casi 1.500 individuos con estatus migratorio ilegal en Massachusetts, según informó en conferencia de prensa. La operación, denominada “Operation Patriot”, estuvo dirigida principalmente contra el crimen organizado transnacional, pandillas y delincuentes con antecedentes graves.
Durante mayo, ICE Boston trabajó en colaboración con el FBI, la Administración de Control de Drogas (DEA), Aduanas y Protección Fronteriza (CBP), la Oficina de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF), el Servicio de Seguridad Diplomática del Departamento de Estado, el Servicio de Alguaciles y la Guardia Costera, capturando a 1.461 infractores migratorios. Patricia H. Hyde, directora interina de la oficina de campo de ICE en Boston, enfatizó que muchos de los detenidos tenían un grado significativo de criminalidad previo.
Uno de los principales colaboradores de la operación fue CBP, agencia que ayudó a capturar a delincuentes que algunos gobiernos locales habían liberado, al no acatar las solicitudes de retención de inmigración. Jennifer De La O, directora de operaciones de campo de CBP en Boston, reafirmó el compromiso de proteger a la población y desarrollar acciones que aseguren la detención y expulsión de los delincuentes ilegales.
Autoridades arrestaron a criminales internacionales
Más de la mitad de los detenidos, 790 personas, enfrentaban cargos o condenas por delitos en Estados Unidos o en el extranjero. Michael J. Krol, agente especial a cargo de Investigaciones de Seguridad Nacional en Nueva Inglaterra, resaltó que los individuos arrestados incluían criminales peligrosos, tales como asesinos buscados en sus países de origen, traficantes de drogas y delincuentes sexuales.
Según el FBI Boston, dirigido por la agente especial interina Kimberly Milka, la operación se enfocó en remover del estado a delincuentes habituales que desobedecen las leyes migratorias de Estados Unidos. Estas detenciones incluyeron a miembros de las pandillas MS-13, Tren de Aragua, Trinitarios y 18th Street. Además de los cargos domésticos, se procesaron a varios de los detenidos bajo órdenes de arresto extranjeras y fichas rojas de Interpol.
Deportes
Magnus Carlsen explota tras perder partida con el campeón mundial de ajedrez
El joven Gukesh, de 19 años, se impuso al experimentado ajedrecista en el Norway Chess 2025
Publicado
16 horas atráson
3 de junio de 2025Por
Enfoque Now
La sexta ronda del Norway Chess 2025 dejó una de las escenas más impactantes y emotivas del ajedrez reciente. Magnus Carlsen, número uno del mundo, sufrió en casa una inesperada derrota frente al joven campeón mundial indio, Gukesh Dommaraju, quien se impuso ante el noruego por primera vez en una partida clásica. La tensión contenida en cada jugada marcó un duelo histórico que culminó con la furia de Carlsen y la incredulidad de Gukesh ante lo que acababa de lograr.
Desde la apertura, Carlsen llevó la iniciativa y ejerció una presión constante sobre Gukesh con las piezas negras. El noruego capturó un peón central clave y, a lo largo de veinte movimientos en el medio juego, las computadoras otorgaban a Carlsen una clara ventaja, que llegó a significar entre -2 y -5 en la valoración, equivalente a la superioridad de toda una torre. Parecía que la victoria no se le podía escapar al anfitrión.
En el movimiento 17, Carlsen se dirigió al confesionario del torneo para compartir en directo para los espectadores sus sensaciones sobre el rumbo de la partida. Mostró confianza en que Gukesh aceptaría el reto de bloquear el centro e intentar ganar, en lugar de buscar un empate rápido. “Sé que Gukesh es muy ambicioso, y espero que ahora bloquee el centro para jugar a ganar, en lugar de liquidarlo y buscar el empate. Pero, objetivamente, mi posición es buena, y me encuentro cómodo”.
Lo inesperado llegó en el final: presionado por el reloj y quizás por exceso de confianza, Carlsen cometió dos errores en los movimientos 44 y 52. Esos fallos alteraron el destino que hasta entonces parecía inevitable. El campeón mundial indio, en un ejercicio de persistencia y concentración, supo exprimir cada opción disponible. Gukesh reconoció tras la partida que llegó a pensar en rendirse: “Pero decidí que no había nada de malo en hacer unos cuantos movimientos más, y seguir luchando por si acaso. Soy muy consciente de que nadie puede ganar así a Magnus en más de una partida de cada cien. Pero hoy ha ocurrido, me siento muy feliz, y seguro que mi familia también”.
El dramático desenlace sobrevino en el movimiento 62. Al descubrir que había dejado escapar la victoria y enfrentaba una derrota inminente, Carlsen golpeó la mesa con fuerza, provocando que las piezas cayeran. Luego, estrechó apresurado la mano de Gukesh, exclamó “¡Ay, dios mío!” y abandonó el escenario visiblemente enfadado. Minutos después, su vencedor le exoneró ante los medios: “Yo también he golpeado unas cuantas mesas en mi carrera deportiva, aunque sea mucho más corta que la de Magnus. Hay incluso algún vídeo sobre eso”.

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