La contundente derrota ante el Paris Saint Germain en el Camp Nou había ocurrido apenas unos pocos minutos antes. Antoine Griezmann intentó pasar desapercibido en ese aeropuerto vacío, pero no lo logró: las cámaras de distintos medios españoles lo acecharon y catalogaron de “polémica” su decisión de marcharse del país después de la derrota 4-1 por los octavos de la Champions League.
El delantero francés, que tuvo un fuerte cruce con Gerard Piqué en pleno partido, y que fue escuchado claramente por las cámaras ante la ausencia de público en las tribunas, aprovechó al máximo los dos días libres que Ronald Koeman le dio al plantel tras el encuentro. Optó por tomar un vuelo privado desde el aeropuerto Barcelona-El Prat para trasladarse a Lyon, donde se encontró con su familia.
Medios españoles como As o Sport definieron como “polémico” el accionar del delantero de 29 años, pero no repararon solamente en el hecho deportivo: analizan si se “saltó el toque de queda” que rige en la Ciudad Condal, según lo definió la cadena Cuatro de esa ciudad.
Las medidas indican, entre otras restricciones, que los habitantes de esa región no pueden salir entre las 22:00 y las 6:00 de la mañana salvo cumplimiento de obligaciones laborales o algunas otras situaciones de fuerza mayor relacionadas con asistencia médica, veterinaria o cuidado de personas. El encuentro entre Barcelona y PSG se inició a las 21 de España, y Griezmann apareció por la terminal del aeropuerto pasada la medianoche.
El futbolista evitó dar declaraciones a los medios presentes en el lugar, y solo se limitó a responder: “¿Y a ti qué te importa?”, cuando los periodistas le preguntaron a dónde viajaba. Las cámaras estaban apostadas en ese aeropuerto a la espera del viaje que realizaría el plantel del PSG, y se encontraron casualmente allí con el atacante del Barcelona. En el debate periodístico sobre lo hecho por el futbolista, entraron las voces a favor y en contra sobre las restricciones que hay actualmente en España –y en buena parte de Europa– por la pandemia.
Minutos antes de ser descubierto en el aeropuerto por los periodistas, Griezmann había dado sus apreciaciones de la derrota desde el estadio: “Esta no es la imagen que queremos dar. Es duro que te hagan cuatro goles en casa. Vamos a ir a París a ganar e intentar pasar, no vamos a ir de visita”.
Cabe destacar que la revancha de esta llave se desarrollará recién dentro de tres semanas: jugarán el miércoles 10 de marzo en París por el boleto a cuartos. El Blaugrana, por lo pronto, recibirá el próximo domingo al Cadiz por la 24.ª fecha de la Liga de España.
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La sexta ronda del Norway Chess 2025 dejó una de las escenas más impactantes y emotivas del ajedrez reciente. Magnus Carlsen, número uno del mundo, sufrió en casa una inesperada derrota frente al joven campeón mundial indio, Gukesh Dommaraju, quien se impuso ante el noruego por primera vez en una partida clásica. La tensión contenida en cada jugada marcó un duelo histórico que culminó con la furia de Carlsen y la incredulidad de Gukesh ante lo que acababa de lograr.
Desde la apertura, Carlsen llevó la iniciativa y ejerció una presión constante sobre Gukesh con las piezas negras. El noruego capturó un peón central clave y, a lo largo de veinte movimientos en el medio juego, las computadoras otorgaban a Carlsen una clara ventaja, que llegó a significar entre -2 y -5 en la valoración, equivalente a la superioridad de toda una torre. Parecía que la victoria no se le podía escapar al anfitrión.
En el movimiento 17, Carlsen se dirigió al confesionario del torneo para compartir en directo para los espectadores sus sensaciones sobre el rumbo de la partida. Mostró confianza en que Gukesh aceptaría el reto de bloquear el centro e intentar ganar, en lugar de buscar un empate rápido. “Sé que Gukesh es muy ambicioso, y espero que ahora bloquee el centro para jugar a ganar, en lugar de liquidarlo y buscar el empate. Pero, objetivamente, mi posición es buena, y me encuentro cómodo”.
Lo inesperado llegó en el final: presionado por el reloj y quizás por exceso de confianza, Carlsen cometió dos errores en los movimientos 44 y 52. Esos fallos alteraron el destino que hasta entonces parecía inevitable. El campeón mundial indio, en un ejercicio de persistencia y concentración, supo exprimir cada opción disponible. Gukesh reconoció tras la partida que llegó a pensar en rendirse: “Pero decidí que no había nada de malo en hacer unos cuantos movimientos más, y seguir luchando por si acaso. Soy muy consciente de que nadie puede ganar así a Magnus en más de una partida de cada cien. Pero hoy ha ocurrido, me siento muy feliz, y seguro que mi familia también”.
El dramático desenlace sobrevino en el movimiento 62. Al descubrir que había dejado escapar la victoria y enfrentaba una derrota inminente, Carlsen golpeó la mesa con fuerza, provocando que las piezas cayeran. Luego, estrechó apresurado la mano de Gukesh, exclamó “¡Ay, dios mío!” y abandonó el escenario visiblemente enfadado. Minutos después, su vencedor le exoneró ante los medios: “Yo también he golpeado unas cuantas mesas en mi carrera deportiva, aunque sea mucho más corta que la de Magnus. Hay incluso algún vídeo sobre eso”.
París Saint Germainrompió todos los pronósticos, no porque fuera imposible que se quedara con la final de la Champions League ante Inter de Milán, sino porque ni el más optimista fanático del equipo parisino habrá imaginado que habría una diferencia tan importante entre un equipo y otro. Fue 5-0 para los dirigidos por Luis Enrique, que se llevaron la Orejona por primera vez en su historia a Parque de los Príncipes.
Lo cierto es que este abultado resultado resultó inédito: nunca en la historia de la Liga de Campeones se había registrado una distancia semejante entre dos finalistas. Solamente en tres oportunidades un conjunto le sacó cuatro goles de diferencia al otro: Bayern Múnich al Atlético Madrid en el partido desempate de 1974, Milan al Steaua Bucarest en 1989 y también Milan al Barcelona en 1994.
Por otra parte, hasta hoy solo dos clubes habían logrado anotar cinco goles o más en una final de Champions: Real Madrid, que le ganó 7-3 al Eintracht Frankfurt en la final de 1959/1960 con un triplete de Alfredo Di Stéfano y un póker de goles de Ferenc Púskas, y el Benfica de Portugal en la final de 1961/1962, ante el Real Madrid, aunque con una diferencia más estrecha de 5-3 a favor de los lusitanos.
Los Merengues, máximos exponentes de este certamen continental con 15 títulos, son los que se mantienen como el equipo que más tantos anotaron en una final por los siete convertidos en 1960.
Hasta ahora, el PSG solamente había disputado una sola final de Champions, con derrota 1-0 ante Bayern Múnich en la temporada 2019/2020 (gol de Kingsley Coman). Luis Enrique no solamente consiguió dejar una huella imborrable en la vitrina de la institución que desde hace años está siendo manejada por jeques árabes, sino que también elevó sustancialmente el nivel futbolístico de un equipo finalista de uno de los certámenes de elite del planeta. Lo que el París no había conseguido con los galácticos Lionel Messi, Kylian Mbappé y Neymar, ahora sí lo logró con figuras de menor nombre pero un funcionamiento casi perfecto.
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