En una multitudinaria conferencia de prensa en un hotel de Río de Janeiro, Carlo Ancelotti fue presentado de manera oficial como nuevo director técnico de la selección de Brasil. El reconocido entrenador italiano, de último paso por el Real Madrid, revolucionó al Scratch y reverdeció la ilusión de los hinchas del combinado nacional. Al mismo tiempo que dio sus primeras palabras como DT de la Canarinha, donde fue recibido por el histórico Luiz Felipe Scolari, ganador de la última Copa del Mundo en 2002, Carletto reveló la lista de convocados de cara a la próxima doble fecha de Eliminatorias Sudamericanas.
“La primera impresión es muy bonita. Es un honor, un orgullo comandar a la mejor selección del mundo. Tengo mucha ilusión dea que Brasil vuelva a ser campeón. Tener el objetivo de ganar el Mundial no tiene que ser solamente de 23 jugadores o de un staff. Es la motivación de un país. Creo que Brasil tiene un amor incondicional con su selección. Esto es otro aspecto muy importante”, describió el estratega de 65 años.
Cabe destacar que Ancelotti tendrá su debut absoluto con la Scratch el próximo 5 de junio, cuando tenga que viajar a Guayaquil para medirse contra Ecuador por las Eliminatorias Sudamericanas. Cinco días después, se estrenará en condición de local en el Neo Química Arena, de São Paulo, cuando Brasil juegue contra Paraguay.
Una de las grandes novedades en la lista de convocados que presentó Ancelotti es la ausencia de Neymar Júnior. El astro del Santos, que todavía no resolvió su futuro, quedó desafecto por no estar en su plenitud física. “En el caso concreto de Neymar, contamos con él. Brasil cuenta con él. Regresó a Brasil para jugar, para prepararse bien para el Mundial. Hablé con él esta mañana temprano para explicarle esto. Él está totalmente de acuerdo. Así que continuamos”, explicó el ex entrenador de Chelsea y Milan.
Otros de los nombres destacados que aparecen son el de Casemiro, pieza clave en el Real Madrid de Carletto y que no era convocado desde hace dos años, y Antony, quien también estuvo ausente en las últimas citaciones. “Joelinton, Rodrygo, Éderson, Militão también están de baja por lesión”, confirmó el flamante entrenador.
A esto, agregó: “Este es el fútbol de hoy. No hay tiempo para la preparación. Creo que el equipo estará preparado para estos dos partidos. Son muy importantes para la clasificación. Intenté llamar a jugadores que estuvieran dispuestos a contribuir. Es una temporada exigente. Los jugadores estarán preparados para contribuir e intentar ganar”.
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La sexta ronda del Norway Chess 2025 dejó una de las escenas más impactantes y emotivas del ajedrez reciente. Magnus Carlsen, número uno del mundo, sufrió en casa una inesperada derrota frente al joven campeón mundial indio, Gukesh Dommaraju, quien se impuso ante el noruego por primera vez en una partida clásica. La tensión contenida en cada jugada marcó un duelo histórico que culminó con la furia de Carlsen y la incredulidad de Gukesh ante lo que acababa de lograr.
Desde la apertura, Carlsen llevó la iniciativa y ejerció una presión constante sobre Gukesh con las piezas negras. El noruego capturó un peón central clave y, a lo largo de veinte movimientos en el medio juego, las computadoras otorgaban a Carlsen una clara ventaja, que llegó a significar entre -2 y -5 en la valoración, equivalente a la superioridad de toda una torre. Parecía que la victoria no se le podía escapar al anfitrión.
En el movimiento 17, Carlsen se dirigió al confesionario del torneo para compartir en directo para los espectadores sus sensaciones sobre el rumbo de la partida. Mostró confianza en que Gukesh aceptaría el reto de bloquear el centro e intentar ganar, en lugar de buscar un empate rápido. “Sé que Gukesh es muy ambicioso, y espero que ahora bloquee el centro para jugar a ganar, en lugar de liquidarlo y buscar el empate. Pero, objetivamente, mi posición es buena, y me encuentro cómodo”.
Lo inesperado llegó en el final: presionado por el reloj y quizás por exceso de confianza, Carlsen cometió dos errores en los movimientos 44 y 52. Esos fallos alteraron el destino que hasta entonces parecía inevitable. El campeón mundial indio, en un ejercicio de persistencia y concentración, supo exprimir cada opción disponible. Gukesh reconoció tras la partida que llegó a pensar en rendirse: “Pero decidí que no había nada de malo en hacer unos cuantos movimientos más, y seguir luchando por si acaso. Soy muy consciente de que nadie puede ganar así a Magnus en más de una partida de cada cien. Pero hoy ha ocurrido, me siento muy feliz, y seguro que mi familia también”.
El dramático desenlace sobrevino en el movimiento 62. Al descubrir que había dejado escapar la victoria y enfrentaba una derrota inminente, Carlsen golpeó la mesa con fuerza, provocando que las piezas cayeran. Luego, estrechó apresurado la mano de Gukesh, exclamó “¡Ay, dios mío!” y abandonó el escenario visiblemente enfadado. Minutos después, su vencedor le exoneró ante los medios: “Yo también he golpeado unas cuantas mesas en mi carrera deportiva, aunque sea mucho más corta que la de Magnus. Hay incluso algún vídeo sobre eso”.
París Saint Germainrompió todos los pronósticos, no porque fuera imposible que se quedara con la final de la Champions League ante Inter de Milán, sino porque ni el más optimista fanático del equipo parisino habrá imaginado que habría una diferencia tan importante entre un equipo y otro. Fue 5-0 para los dirigidos por Luis Enrique, que se llevaron la Orejona por primera vez en su historia a Parque de los Príncipes.
Lo cierto es que este abultado resultado resultó inédito: nunca en la historia de la Liga de Campeones se había registrado una distancia semejante entre dos finalistas. Solamente en tres oportunidades un conjunto le sacó cuatro goles de diferencia al otro: Bayern Múnich al Atlético Madrid en el partido desempate de 1974, Milan al Steaua Bucarest en 1989 y también Milan al Barcelona en 1994.
Por otra parte, hasta hoy solo dos clubes habían logrado anotar cinco goles o más en una final de Champions: Real Madrid, que le ganó 7-3 al Eintracht Frankfurt en la final de 1959/1960 con un triplete de Alfredo Di Stéfano y un póker de goles de Ferenc Púskas, y el Benfica de Portugal en la final de 1961/1962, ante el Real Madrid, aunque con una diferencia más estrecha de 5-3 a favor de los lusitanos.
Los Merengues, máximos exponentes de este certamen continental con 15 títulos, son los que se mantienen como el equipo que más tantos anotaron en una final por los siete convertidos en 1960.
Hasta ahora, el PSG solamente había disputado una sola final de Champions, con derrota 1-0 ante Bayern Múnich en la temporada 2019/2020 (gol de Kingsley Coman). Luis Enrique no solamente consiguió dejar una huella imborrable en la vitrina de la institución que desde hace años está siendo manejada por jeques árabes, sino que también elevó sustancialmente el nivel futbolístico de un equipo finalista de uno de los certámenes de elite del planeta. Lo que el París no había conseguido con los galácticos Lionel Messi, Kylian Mbappé y Neymar, ahora sí lo logró con figuras de menor nombre pero un funcionamiento casi perfecto.